Historia
Talleres Don Bosco se instala en 1893 en la zona que por aquel entonces se llamaba “la Estanzuela”, en la manzana trazada –pues no existían calles, pavimentos ni servicios públicos de luz o agua- por las calles Canelones, Mal Abrigo (hoy J. de Salterain), Maldonado y Municipio (hoy J. Requena).
Comienza en una sencilla construcción de ladrillos, barro y madera con techo de azotea con dos salas para comedor y talleres de sastrería y zapatería, junto con un primer alojamiento para chicos, en condiciones realmente precarias.
La escuela comienza con tres salesianos ( P. José Gamba, P. Santiago Giovannini y el Asistente Antonio Lacabanne) y 19 estudiantes.
En 1906 los talleres ya están bien organizados y se han multiplicado: zapatería, sastrería, carpintería, herrería, tipografía e imprenta.
Hacia el final del siglo XX, la Escuela se preparó para una de sus más grandes transformaciones que marcó el comienzo de una nueva etapa, caracterizada por un enfoque más orientado hacia la idea de formación técnico-profesional (en lugar de «oficio»), lo que se sumó a una amplitud del tipos de cursos que ofrece.
De esa forma los cursos asumieron un diseño por competencias profesionales, rediseñando toda la oferta formativa con la colaboración de sus docentes y de personas provenientes del mundo empresarial e industrial.
Los estudiantes actualmente son tanto residentes como externos y la estadía de los primeros se concentra de lunes a viernes entre los meses de marzo y diciembre. El servicio de Residencia que ofrece la Escuela permite a jóvenes del interior del país vivir en la institución mientras realizan sus cursos. La Residencia, con capacidad para 260 estudiantes, es una de las características que se mantienen a lo largo de la historia y que distinguen a Talleres Don Bosco.